sexta-feira, 15 de maio de 2015

Mons Bux : O espírito da liturgia e as razões do Motu Proprio de Bento XVI

 Mons Bux : O espírito da liturgia e as razões do Motu Proprio de Bento XVI


Por Mons. Nicola Bux

C) Las interpretaciones incorrectas del acto papal

Después de la publicación del Motu Proprio, se han dado no pocas interpretaciones incorrectas de parte de algunos exponentes eclesiásticos, religiosos y laicos: el presupuesto común es que, hasta el Concilio, la Iglesia estuvo frenada y sólo entonces se puso en camino; de este modo, la Tradición es puesta en oposición al progreso.
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Me pregunto, ¿tradere no significa transmitir algo de una generación a otra, un contenido de una época a otra? En nuestro caso, ¿no es todo el conjunto de gestos y de textos litúrgicos? Entonces, ¡se puede decir que la Tradición es, en cierto sentido, también progreso! Si la reforma litúrgica postconciliar hubiera tenido la intención de proponer a los sacerdote elegir, de dentro de la Tradición, qué conservar y qué desechar, hubiera realizado una herejía.


No parece así si vemos los numerosos licet y possit que recubren las rúbricas litúrgicas del misal de Pablo VI. El Motu Proprio de Benedicto XVI quiere permitir una opción más, o mejor, reafirmar que la antigua liturgia no ha sido nunca abolida, en cuanto que es plenamente católica. Se puede decir que el Misal de 1962, actualizado por el Papa Juan, no puede ser contrapuesto al Misal de Pablo VI publicado ocho años después, sino que deben ser considerados juntos como una riqueza: el primero pertenece a la regula fidei como expresión extraordinaria y no excepcional, junto a la expresión ordinaria y normal. Precisamente: “dos usos del único rito romano”. La autoridad del Concilio no debe ser menoscabada y la reforma litúrgica no debe ser puesta en duda, ni por quienes se sienten más cercanos a la forma antigua codificada en el Misal de 1962, ni por quienes prefieren el de 1970.
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Es evidente que lo ordinario no es igual a lo extraordinario pero sería extraño que nosotros viviéramos sólo del primero y no tuviéramos necesidad del segundo. Por eso, es equivocado considerar que esta nueva disposición ha sido promulgada para los “tradicionalistas” porque el intento del Motu Proprio es que todos en la Iglesia miren al rito antiguo, es más, que los sacerdotes puedan celebrarlo y los fieles participar en él. Un fiel oriental que va a la iglesia puede asistir al rito del Crisóstomo o de Basilio, según los tiempos litúrgicos. Análogamente, las diócesis católicas no deben limitarse a atender los pedidos sino que deben ofrecer la posibilidad.
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¿Por qué considerar ignorantes de la Escritura y de la Liturgia y alimentados, sobre todo, de devociones, a aquellos que desean volver al antiguo rito, casi como si los que participan en la nueva liturgia fueran más instruidos? Basta leer ensayos y artículos de liturgistas para descubrir, al respecto, continuas insatisfacciones y lamentos, en relación al vasto pueblo de Dios. Por otro lado, de la liturgia como bandera de identidad se han servido no sólo algunos tradicionalistas para afirmar el fundamentalismo católico sino muchos progresistas para reivindicar una autonomía de signo protestante y no-global (basta ver las banderas de la paz en las iglesias y delante de los altares). La instrumentalización política y cultural de la Misa o su reducción a folklore o espectáculo ha sido realizada por unos y otros. La no recepción del Concilio – pienso en la autoridad del Papa Pablo VI – ocurría en el post-concilio, sobre todo de parte de los progresistas. Ciertas nuevas comunidades monásticas, ¿no han privilegiado liturgias donde el tiempo para la palabra bíblica es superior al de la celebración eucarística y donde se acentúa la dimensión comunitaria de la Misa en perjuicio de la dimensión sacrificial? El Concilio nunca ha imaginado desequilibrios de este tipo. Y muchos se preguntan cómo el antiguo rito es buscado por jóvenes – como dice el Papa en el Motu Proprio – a pesar de no haberlo conocido nunca.
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¿Es reductible a un gusto personal? Dejando aparte los casos extremos de “misas beat” donde el sacerdote baila, “misas revolucionarias” como en Colombia donde el sacerdote con estola empuña la metralleta en una mano y el misal en otra, “misas carnaval” en oratorios salesianos donde los celebrantes se ponen la máscara de payaso, “misas pic-nic”, etc., ¿no sucede que se asiste a Misas donde el sacerdote sustituye las lecturas con otras no bíblicas, cambia artículos del Credo, modifica la plegaria eucarística? ¿A qué se deben si no es al arbitrio? ¿Interpretan bien la reforma litúrgica? ¿O se han entregado al subjetivismo y al relativismo, más aún, a la caricatura y la profanación en la liturgia? Todo esto es atribuido al Concilio, interpretado como ruptura tanto por unos como por otros, pero en sentido igual y contrario. Simplificando: los lefebvristas consideran que la “Iglesia pre-conciliar” ha sido traicionada por el Concilio mientras que los seguidores de la escuela de Bolonia consideran que la “Iglesia post-conciliar” ha traicionado al Concilio. Un exponente de estos últimos ha definido al Motu Proprio “una burla al Vaticano II”, ignorando que el rito romano antiguo se celebraba durante el Concilio y todavía algunos años después. Es la hermenéutica de la discontinuidad o de la ruptura, según Benedicto XVI. Es extraño que aquellos que han hecho de Juan XXIII el símbolo del progresismo, se opongan al Misal romano por él actualizado y ahora en auge para la celebración del rito antiguo. Los dos Misales están para demostrar que, más allá de las formas, la identidad de la Iglesia continúa siendo la misma.


No se puede elegir la Iglesia o la Misa que más me agrada. Por el contrario, se debe permitir a todos sentirse en la única Iglesia Católica participando en el antiguo y en el nuevo rito. Éste es el criterio no subjetivo al que llama el Motu Proprio. Censurar a los tradicionalistas porque se consideran “salvadores de la iglesia romana” no sirve de parte de aquellos que se creen profetas de la iglesia que vendrá. No, el Motu Proprio quiere humildad de unos y de otros: la Iglesia no ha comenzado con el Concilio Vaticano II sino con los Apóstoles y ha atravesado los siglos para que nosotros la recibiéramos íntegramente, en comunión de fe y de amor con todas las generaciones de cristianos. La Iglesia es juntamente jerarquía y pueblo, imagen de la asamblea celestial como la representa la Liturgia oriental siguiendo la doctrina de Dionisio Areopagita: la Liturgia del cielo sobre la tierra.


Entonces, si fuese cierto que el rito antiguo privilegia una dimensión personal, devocional y estética, entonces se debería observar que el nuevo rito se excede en comunitarismo, en participacionismo sin devoción y en espectacularidad. Se sostiene, además, que la primera forma no permitía un culto espiritual, por lo que se ha debido cambiar hacia la que ha surgido de la reforma conciliar: pero así se contradice porque se cae en la contraposición entre pre y post Concilio que era negada y atribuida a los tradicionalistas. Se acusa, luego, a la Liturgia tridentina de ser “dionisíaca” (¿en el sentido de Dionisio-Baco o de Dionisio el Areopagita?): si fuera este último, ¿la Liturgia bizantina qué es, dada la influencia que precisamente en ella ha tenido el misterioso autor del siglo VI?
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Los estudios comparativos demuestran que la Liturgia romana era mucho más cercana a la oriental en la forma preconciliar que en la actual. Por lo tanto, habría que tener cuidado con crear epítetos o aplicar la eclesiología de comunión agustiniana a la liturgia reformada porque quedaría malparada, debido a los abusos en su realización. Si la antigua liturgia era un “fresco opacado”, la nueva ha corrido el riesgo de perderlo por la técnica agresiva usada en su restauración. El Motu Proprio, en cambio, restablece el statu quo anterior de modo que el nuevo rito pueda mirar con equilibrio y retomar la restauración con paciencia a partir de sí mismo.

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Fonte: La Buhardilla de Jerónimo

Mons Bux:"La clave para entender el pensamiento litúrgico de Ratzinger está, por el contrario, en la mirada orientada a la Cruz "

Mons Bux:"La clave para entender el pensamiento litúrgico de Ratzinger está, por el contrario, en la mirada orientada a la Cruz "




La Revelación se hace Liturgia

Estar inmersos en Él, en la Verdad

Por Don Nicola Bux

Quien lee la introducción del Papa a sus escritos sobre la Liturgia, editados por ahora en lengua alemana, encuentra este pasaje: “No me interesaban los problemas específicos de la ciencia litúrgica sino siempre el anclaje de la Liturgia en el acto fundamental de nuestra fe y, por tanto, también su puesto en nuestra entera existencia humana”.

Tal vez esta franqueza confirmará a algunos liturgistas en aquello que ya piensan: Joseph Ratzinger no es un verdadero experto en liturgia. El problema es que la Liturgia, después del Concilio, ha sido desvinculada del dogma por muchos estudiosos; por lo tanto, era difícil para un liturgista postconciliar leer, por ejemplo, el libro “Das Fest des Glaugens” (“La fiesta de la fe”) de Ratzinger. Hasta la elección pontificia, se escuchaba a los obispos desaconsejar la lectura de “Einführung in den Geist der Liturgie” (“Introducción al espíritu de la Liturgia”). Algunos se preguntaban: ¿cómo puede un dogmático como Ratzinger escribir sobre Liturgia?


Poco a poco, comenzamos a darnos cuenta de que hemos perdido, en el acercamiento a la liturgia, lo esencial, perdiéndonos tras tecnicismos extenuantes y esteticismos evanescentes. ¿No se oye decir, con frecuencia, al final de una liturgia: “ha sido una celebración lograda”?

La clave para entender el pensamiento litúrgico de Ratzinger está, por el contrario, en la mirada orientada a la Cruz y a Aquel que de allí pende: mirada a la vez real y simbólica, artística y mistagógica; en una palabra, litúrgica.


La homilía de la Misa Crismal del Jueves Santo de este año nos lleva de nuevo al “espíritu de la liturgia” como lo advierte el Santo Padre. También porque trata aquella relación esencial entre Ordenación sacerdotal y culto –el sacerdote es ordenado esencialmente para el culto, entendido como ofrenda a Dios-, sobre todo porque pone de nuevo en auge el concepto de consagración como sacrificio por Jesucristo y, en consecuencia, para quien quiera hacer otro tanto con su cuerpo, como culto lógico (cfr. Rom. 12, 1-2). Es más, diría que esto precisamente depende de la “consagración en la verdad”.


De este modo, “me consagro” es igual a “me sacrifico”; el sacerdote es al mismo tiempo la víctima – “una palabra abismal” que permite mirar a Jesucristo en lo más íntimo para que alcanzar el misterio de la redención, del sacerdocio de la Iglesia, es decir, lo que principalmente tiene que hacer en el mundo y del mundo: una consagración.

Otra que diálogo con el mundo: el sacerdote es un “cambio de propiedad” del mundo a Dios; pero esto es cierto en la raíz para todos los cristianos. ¿No es la liturgia un sacrificio, un “privarse de algo para entregarlo a Dios”? Ella no es nuestra propiedad: es “un ser puestos aparte”. De aquí sigue la función de representar a los otros ante de Él.


Pero la liturgia es una consagración en la verdad porque la Palabra de Dios es la Verdad. Como dice más adelante, la Verdad es Cristo mismo. La liturgia de la Palabra debe ser una consagración en la verdad porque tiene una vis (fuerza), vis evangelii – destructora del demonio y purificadora como agua y fuego del Espíritu, y finalmente creadora porque “transforma en el ser de Dios”. ¿Seremos capaces de presentar así la primera parte de la Santa Misa?

“Y entonces, ¿cómo están las cosas en nuestra vida?” – pregunta el Papa a sí mismo, a todos nosotros y a sus colaboradores – e indaga con un examen de conciencia a doble filo que nos escruta. ¿Seguimos al mundo con sus modas y pensamientos o más bien a Él? De lo contrario, no nos debería asombrar la existencia de la “soberbia destructiva y la presunción, que disgregan toda comunidad y acaban en la violencia. ¿Sabemos aprender de Cristo la recta humildad, que corresponde a la verdad de nuestro ser, y esa obediencia que se somete a la verdad, a la voluntad de Dios?”.


Así, desde la Palabra de Dios se abre el acceso a la verdad de la que es necesario ser siempre nuevamente discípulos. Más aún, en Cristo que es la Verdad ocurre el “hazlos una sola cosa conmigo... Sujétalos a mí. Ponlos dentro de mí” – y he aquí el paso a la liturgia eucarística, al sacrificio. Ésta es la verdadera unidad, ecuménica y no; ésta es la comunión: unificarse a Él. “Sustancialmente se nos ha dado para siempre en el Sacramento”. En particular para el sacerdote – con mayor razón cuando celebra – “unirse a Cristo supone la renuncia. Comporta que no queremos imponer nuestro rumbo y nuestra voluntad; que no deseamos llegar a ser esto o lo otro, sino que nos abandonamos a Él, donde sea y del modo que Él quiera servirse de nosotros… En el «sí» de la Ordenación sacerdotal hemos hecho esta renuncia fundamental al deseo de ser autónomos, a la «autorrealización»”. ¡Sólo así la liturgia se convierte en servicio a Dios, más aún, en oración! Orar “es un sencillo presentarnos a nosotros mismos delante de Él”. Ser admitidos a Su presencia, es decir, a realizar el servicio sacerdotal.


Y aquí está el paso de la oración personal a la pública: “Pero para que eso no se convierta en una autocontemplación, - cuántas liturgia son así (Cfr. Meditación de la IX estación del Vía Crucis 2005)- es importante aprender continuamente a orar rezando con la Iglesia. Celebrar la Eucaristía quiere decir orar. Celebramos correctamente la Eucaristía cuando entramos con nuestro pensamiento y nuestro ser en las palabras que la Iglesia nos propone”: aquí está todo el juicio sobre la así llamada creatividad que es, en cambio, salir de las palabras de la liturgia para preferir nuestras palabras. En las palabras de la liturgia, “está presente la oración de todas las generaciones, que nos llevan consigo por el camino hacia el Señor”: la liturgia pertenece a la Tradición con T mayúscula.


“Y, como sacerdotes, en la celebración eucarística somos aquellos que, con su oración, abren paso a la plegaria de los fieles de hoy”. Y aquí está el toque ascético: “Si estamos unidos interiormente a las palabras de la oración, si nos dejamos guiar y transformar por ellas, también los fieles tienen al alcance esas palabras. Y, entonces, todos nos hacemos realmente «un cuerpo solo y una sola alma» con Cristo”. Y se realizará la unidad de los cristianos. Aquí la liturgia del Sacrificio se convierte en Comunión santa del Cuerpo y la Sangre.


No termina aquí: la inmersión en la verdad y santidad de Dios quiere decir “aceptar el carácter exigente de la verdad; contraponerse tanto en las cosas grandes como en las pequeñas a la mentira que hay en el mundo en tantas formas diferentes…, tampoco hemos de olvidar que, en Jesucristo, verdad y amor son una misma cosa. Estar inmersos en Él significa afondar en su bondad, en el amor verdadero”. Y volvemos a la característica que hace del culto cristiano un culto lógico: ser ofrenda racional de sí mismos: “Cristo pide para los discípulos la verdadera santificación, que transforma su ser, a ellos mismos; que no se quede en una forma ritual, sino que sea un verdadero convertirse en propiedad del mismo Dios. También podríamos decir: Cristo ha pedido para nosotros el Sacramento que nos toca en la profundidad de nuestro ser”. Esto debe convertirse en vida cada día. Por eso, “la Revelación se convierte en liturgia” (Joseph Ratzinger; “Jesús de Nazareth”).


En la liturgia, el Señor nos sumerge en sí mismo y nos convierte en “hombres de verdad, hombres de amor, hombres de Dios”.

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Esta es una contribución de Monseñor Nicola Bux a la columna litúrgica que el Padre Mauro Gagliardi escribe para la edición italiana de Zenit. Según el Padre Gagliardi, “las reflexiones de Don Bux ofrecen interesantes aportes para comprender la mens litúrgica de Benedicto XVI”.

Fuente: Papa Ratzinger Blog

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

Mons.Bux:¿no es éste el sentido verdadero de la Liturgia: hacer encontrar la presencia de Dios al hombre que busca la Verdad ?


 

Mons.Bux:¿no es éste el sentido verdadero de la Liturgia: hacer encontrar la presencia de Dios al hombre que busca la Verdad ?


Don Bux, ¿cómo explica este éxito de la “reforma” del Papa Benedicto, como usted mismo ha definido autorizadamente? ¿Y por qué este término de “reforma”?

El Santo Padre, explicando en la carta a los obispos por qué ha considerado una “prioridad” el levantamiento de las excomuniones, escribe: “en nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer http://www.blogger.com/img/blank.gifpresente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios”. Un canto atribuido a san Paulino de Nola dice: Ubi charitas et amor Deus ibi est. ¿No deberíamos, por lo tanto, dilatar los espacios del amor para que Dios esté presente en el mundo? Éste es el sentido del gesto del Pontífice. Pero él añade que se debe abrir al acceso “no a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13,1), en Jesucristo crucificado y resucitado”. Ahora bien, ¿no es éste el sentido verdadero de la Liturgia: hacer encontrar la presencia de Dios al hombre que busca la Verdad, su Misterio presente que precede siempre nuestra existencia en el mundo? El Concilio aprobó en primer lugar la Constitución litúrgica por esta razón: la Iglesia debe hablar de Dios al hombre, hacerlo encontrar. El hombre busca la Belleza, “Veritatis splendor”: la reforma, si no sirviera para esto, sería un inútil maquillaje para exhibirnos mejor a nosotros mismos. Pero la verdadera reforma busca dar a Dios el puesto que le corresponde antes que todo y en el centro de todo. En realidad, reforma significa re-forma (“retorno a la belleza”), sin tradicionalismos inútiles o ideas de restauración.LEER...

Mons. Nicola Bux: " a Missa é um drama, não é uma festa"


sábado, 2 de maio de 2009

Mons. Nicola Bux: " a Missa é um drama, não é uma festa"


Monseñor NIcola Bux es Consultor de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
En el blog Pontifex.roma aparece esta entrevista realizada por Bruno Volpe:

La Misa es un verdadero y propio drama ¿Qué fiesta?..

"Creo que este sentido de lo sagrado se podrá recuperar cuando comprendamos que la Misa no es nunca un espectáculo, un entretenimiento o una propiedad de cada sacerdote, sino un verdadero y propio drama. A menudo nos llenamos la boca con la palabra “fiesta”, pero… ¿qué fiesta? En la Misa recordamos el sacrificio de Cristo, ésta es la verdad. Cristo se ha inmolado por nosotros y luego se usa la palabra fiesta… Es correcto hablar de fiesta sólo después de haber comprendido y aceptado el concepto de que Cristo ha dado la vida por nosotros. Sólo entonces es lícito hablar de fiesta, pero nunca antes".

"Una buena Liturgia debe tener en su centro la cruz pero, al ser colocada frecuentemente a un lado o en lugares poco visibles, ésta ha perdido su significado verdadero y auténtico. Parece mucho más un objeto accesorio que un centro de adoración. A veces tengo la sensación de que una cruz en el centro del altar produce fastidio, casi incomodidad. Para ser duros: la mayoría de las veces, no la mira nadie".

El sentido de lo sagrado va disminuyendo en nuestras misas...

Para volver a dar a la Liturgia el sentido de lo sagrado, es necesaria la devoción. Basta de Misas celebradas como acontecimientos mundanos y entretenimiento. Es necesaria la devoción, el encuentro con el rostro de Dios. Pero desgraciadamente esto ocurre muy pero muy raramente. Sin un encuentro con el verdadero rostro de Dios, sin devoción, la Misa se convierte en un ritual, en una autocelebración del sacerdote que no tiene ningún sentido.

¿Cuántos actualmente, celebrando la Misa, dirigen la mirada a Dios y a la cruz? Pocos. Y por eso el sentido de lo sagrado va disminuyendo en nuestras Misas.

Mirar hacia oriente en la segunda parte de la misa...

"Pienso que una buena idea podría la ser siguiente: en la segunda parte de la Misa, desde el ofertorio en adelante, el sacerdote podría celebrar dirigido hacia la cruz, ad orientem

De este modo, los fieles no verían ya la figura del sacerdote, que no es el protagonista, sino que junto con él contemplarían la cruz, el misterio.

Me parece conveniente. De esta manera, la Liturgia adquiriría un valor mucho más escatológico, de misterio y adoración; la gente misma comenzaría a comprender y apreciar el valor escatológico, por usar una palabra difícil, de la Liturgia. Mirar a oriente equivale a contemplar al Señor que viene. Pienso que esta posición, que por otro lado es la que usan los orientales, puede ayudar a encontrar mayor recogimiento. He aquí mi modesta propuesta para una reforma gradual y sensata: mirar hacia oriente en la segunda parte de la Santa Misa".
Publicado por Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina

quarta-feira, 18 de março de 2015

Intervista esclusiva a don Nicola Bux

Intervista esclusiva a don Nicola Bux

Don Nicola Bux ha voluto rilasciare al blog Scuola Ecclesia Mater la seguente breve intervista – in via esclusiva – nella quale tocca vari temi. Con l’auspicio che a questa possano seguire altre.
1. Caro don Nicola, ti ringrazio innanzitutto di aver voluto accettare l’invito a rilasciare una breve intervista in esclusiva per il blog Scuola Ecclesia Mater
Entro subito nel vivo con una domanda: è da pochi giorni caduto il secondo anniversario del pontificato di papa Bergoglio. Indubbiamente un pontificato assai originale e, per molti versi, “rivoluzionario”, che ha infranto molte immagini che noi avevamo della figura di un pontefice. Sul quotidiano “Libero” del 14 marzo scorso l’ex direttore de “Il Foglio”, Giuliano Ferrara, si avventura in una sorta di profezia – se vogliamo dir così – secondo la quale poiché il papa “piace a troppi, finirà malissimo”. Tu, dal tuo punto di vista, come giudichi questo biennio di pontificato? Qual è stata la tua esperienza di questo vescovo di Roma?

R. Un amico ha richiamato la mia attenzione su quest’altra affermazione di Giuliano Ferrara circa la Chiesa: “il fine di riconquistare il mondo è santo, ma i mezzi implicano l’alto rischio che sia il mondo a conquistarti definitivamente, cancellandoti come contraddizione o segno di contraddizione”. Mi è subito venuta in mente la profezia di Simeone a proposito del Messia, ed anche un corso di esercizi spirituali del card. Karol Wojtyla, pubblicato da ‘Vita e Pensiero’ nel 1978, poco prima della sua elezione a papa, intitolato appunto ‘Segno di contraddizione’. Se la Chiesa non fosse più tale, rispetto al mondo, e al modo di pensare dell’uomo, come Simon Pietro si sentirebbe dire da Gesù: “Allontanati da me, satana, perché tu non ragioni secondo Dio, ma secondo gli uomini” (Mc 8, 33).La società attuale, materialista ed edonistica, rischia di distruggere la Chiesa? - mi ricorda ancora l’amico - come hanno tentato la rivoluzione francese o i governi anticlericali messicani dei primi del novecento? La Chiesa non sarà distrutta perché Gesù l’ha promesso: portae inferi non praevalebunt contra eam. Essere segno di contraddizione, significa che la Presenza divina - il “Sacro-santo” per definizione - giudica in permanenza il profano (profanus, fuori dal Tempio: ciò che non è ancora stato raggiunto dalla Presenza), non ancora con-sacrata, si direbbe liturgicamente, o dommaticamente. ‘salvata’. Per questo, Cristo ha pregato per i suoi, ma non per il mondo, dice Giovanni.

2. Tra le ultime “sorprese”, che ci ha riservato questo pontificato, vi è l’annuncio di un Giubileo straordinario, dedicato alla “misericordia”, che inizierà il prossimo 8 dicembre. Questa è davvero una novità nella storia della Chiesa. Infatti, abbiamo avuto solo giubilei ordinari e straordinari legati al ricordo di eventi della vita di Cristo (penso, ad es., a quello del 1933 o a quello del 1983 o anche quello del 1423 dopo 33 anni da quello precedente del 1390). A mia memoria vi fu un giubileo straordinario, legato alla fine del Concilio Vaticano II, nel 1966. Ma si trattava di qualcosa di davvero eccezionale (e forse irripetibile), in quanto legata ad un evento straordinario della Chiesa. Mai, comunque, sono stati celebrati giubilei per gli anniversari di concili della Chiesa. Oggi, invece, si dovrebbe celebrare il cinquantesimo anniversario del Concilio Vaticano II (1965-2015) e ciò costituisce un’indubbia novità. Cosa ne pensi di quest’evento da poco annunciato? In quali prospettive si pone?

R. “Forse che io ho piacere della morte del malvagio, dice il Signore Dio, o non piuttosto che desista dalla sua condotta e viva?” (Ez. 18,23). La misericordia non è mai gratis, come insegnavano i gesuiti: è il punto di arrivo, dopo il sacrificio della croce. Infatti, la domenica di san Tommaso (per gli orientali) o della misericordia per i cattolici, viene celebrata nell’ottava di Pasqua, dopo la settimana santa, dopo aver commemorato e fatta nostra, la passione e l’espiazione di Cristo. Dunque, la misericordia significa ritenere possibile la conversione, il cambiamento di mentalità e di comportamento morale. La violazione del Decalogo, è avvenuta un momento dopo che Dio l’aveva dato a Mosè, ma tale violazione non ha fatto venire in mente ai profeti, a Gesù o alla Chiesa che bisognasse cambiarlo, perché difficile da praticare; al contrario, ha reso più insistente il richiamo alla conversione. Misericordia vuol dire chiamare a conversione il peccatore. I Giubilei hanno quest’unico significato: favorire l’abbandono della condotta immorale e il ritorno a Cristo. Questi, ha chiamato a conversione noi peccatori, non ha detto: rimanete nella condizione di peccato in cui siete. Invece, sembra che la misericordia, oggi, sia intesa in questo modo: “Tu sei come sei, e Dio lo sa, ma non fa niente, rimani pure nella condizione di peccato”. All’inizio del ministero di Gesù, c’è l’appello: “Il regno di Dio è vicino. Convertitevi e credete al Vangelo”(Mc 1, 15). Negare questo, significa pensarla come Lutero: poter essere peccatore – perché la natura, secondo lui, sarebbe irrimediabilmente corrotta - e contemporaneamente giusto, perché la grazia mi assolverebbe dal castigo. Per questo, all’epoca della Riforma protestante, nessun cattolico si sognava di dire che Lutero avesse ragione. Oggi, succede di sentire il contrario. Questo sembra essere il background della relazione del sinodo, che il presidente dei vescovi polacchi ritiene inaccettabile: per esempio, è stupefacente aver scritto, ai n 25 e 41, che nella convivenza c’è qualcosa di positivo, o ritenere che questa debba sfociare necessariamente nel matrimonio; per passare dall’una all’altro, ci vuole un cambiamento radicale di mentalità, che chiamiamo conversione. Se il Giubileo servirà a riannunciare le verità dimenticate sul peccato e sulla conversione, sarà utile per molti. Tra gli appunti di Giovanni Paolo II, pubblicati dal suo segretario, si legge: “Una domanda: intendo il mio servizio nella Sede di Pietro come la difesa della legge di Dio? Delle leggi del Creatore e Redentore”(Karol Wojtyla, Joannes Paulus II. Sono tutto nelle mani di Dio. Appunti personali 1962-2003,Libreria Editrice Vaticana 2014, p 245).

3. Il papa, ancora lo scorso 7 marzo, in occasione della celebrazione della messa nella Chiesa romana di Ognissanti, in ricordo della prima messa lì celebrata in lingua italiana da Paolo VI, mentre usciva dalla chiesa ha detto “ringraziamo il Signore per quello che ha fatto nella sua Chiesa in questi cinquant’anni di riforma liturgica. E’ stato proprio un gesto coraggioso della Chiesa avvicinarsi al popolo di Dio perché possa capire bene quello che fa, e questo è importante per noi, seguire la Messa così. E non si può andare indietro, dobbiamo andare sempre avanti, sempre avanti e chi va indietro sbaglia. Andiamo avanti su questa strada” ed ancora, nell’omelia, ha affermato che “La liturgia non è una cosa strana, là, lontana, e mentre si celebra io penso a tante cose, o prego il rosario. No, no. C’è una corrispondenza, tra la celebrazione liturgica che poi io porto nella mia vita; e su questo si deve andare ancora più avanti, si deve fare ancora tanto cammino”. Ecco, don Nicola, tu celebri la messa anche nel rito antico. Secondo te, ma anche in base alla tua esperienza, la liturgia antica può intendersi e leggersi come qualcosa di “strano, là, lontana” dalla vita? E che significato dare a quel “dobbiamo andare sempre avanti” e che “chi va indietro sbaglia”? Stiamo sbagliando nell’auspicare un sempre maggiore ritorno alla liturgia ante-conciliare? E’ infruttuoso e spiritualmente sterile? Ricordo che il compianto card. Stickler, nel 1995, parlava di un’indubbia attrattiva teologica della messa tridentina … .

R. Benedetto XVI, com’è noto, ha parlato e agito mediante “l’ermeneutica della continuità nell’unico soggetto Chiesa” – lo stesso Francesco, ebbe a lodare in tal senso mons. Marchetto, ma in altre occasioni ha mosso delle obiezioni. Per esempio, egli ha affermato, nel contesto di un più ampio invito all’evangelizzazione: “non sarà la pura ‘restaurazione’ di forme del passato che potrà rendere attuale il cristianesimo per l’uomo d’oggi”(J. Carrón, Lettera alla Fraternità di Cl, dopo l’udienza privata con papa Francesco dell’11 ottobre 2013);anzi, ha annoverato ciò tra le tentazioni, “il ripiegamento che va a cercare nelle forme del passato le sicurezze perdute; e la pretesa di quanti vorrebbero difendere l’unità negando le diversità, umiliando così i doni con cui Dio continua a rendere giovane e bella la sua Chiesa...”(papa Francesco, Discorso alla LXVI Assemblea generale della Cei, 19 maggio 2014).
Tuttavia, Gesù, nel vangelo, afferma che, lo scriba sapiente, dal suo tesoro estrae cose nuove e cose antiche. Ogni volta che celebriamo la Messa andiamo “indietro”, perché facciamo memoria del Signore, e nello stesso tempo “andiamo avanti”, perché attendiamo la sua venuta. Anche chi celebra la Messa nella forma straordinaria, procede in questo senso: questa ha alcune ragioni: quanto ha fatto il Signore nel contesto dell’ultima cena è una novità, per questo: «l’ultima cena fonda il contenuto dogmatico dell’eucaristia cristiana, ma non la sua forma liturgica» (J. Ratzinger, Davanti al Protagonista, Cantagalli, Siena 2009, p. 102). Bisogna, allora, chiarire cosa sia la ‘forma’ della liturgia.
Le forme della liturgia cristiana, in Oriente e in Occidente, si svilupparono a partire da quelle del Tempio di Gerusalemme, della liturgia sinagogale e domestica. Si comprende, così, che la Costituzione liturgica chieda: “le nuove forme scaturiscano organicamente, in qualche maniera, da quelle già esistenti”(23). In questo modo, facciamo progredire la tradizione: “sana traditio - legitima progressio”; come ebbe a dire Benedetto XVI in due discorsi, il primo all’Ateneo Sant’Anselmo, il 6 maggio 2011, e il secondo in una lettera per il I Centenario del Pontificio Istituto di Musica Sacra. Tenere in equilibrio traditio e progressio, significa che la liturgia si muove tra innovazione e tradizione, senza cadere nell’archeologismo a senso unico, come diceva già Pio XII nella Mediator Dei. Perché attingere agli usi del V secolo e tralasciare quelli del XII? Per esempio, nella riforma liturgica post-conciliare, è stata ripristinata la preghiera dei fedeli, un elemento attestato nel II secolo, ma è stato abolito l’orientamento della preghiera ad Dominum, che è di origine apostolica e conservata ancora oggi da tutte le Chiese orientali. La traditio le comprende tutte, non solo l’antichità o l’alto medioevo, ma anche il basso medioevo e quello tridentino. Lo squilibrio ha favorito la creatività, gli abusi e i reati, come ricorda l’Istruzione Redemptionis Sacramentum. Dunque “quel che era sacro, resta sacro”, perché Dio ha i suoi diritti sul culto a lui dovuto, come disse Paolo VI e ha ribadito Benedetto XVI nella Lettera di accompagnamento al Motu proprio Summorum Pontificum.
Nel mondo attuale, dove la fede si va quasi spegnendo, il rito romano antico rivela una potenza evangelizzatrice, come attesta il movimento internazionale di giovani, che sempre più numerosi si avvicinano alla Chiesa, a motivo del misticismo della Messa in forma straordinaria, simile alla liturgia ortodossa, come ha ricordato Francesco ai giornalisti sull’aereo di ritorno dal Brasile: “Le Chiese ortodosse, hanno conservato quella pristina liturgia, tanto bella. Noi abbiamo perso un po’ il senso dell’adorazione”. Proprio, non pochi di questi giovani, avvertono la chiamata alla vita sacerdotale e religiosa. Un vero ‘segno dei tempi’. Il crescente numero di persone, in specie giovani, nel mondo, smentisce, dunque, la visione che i riti antichi significhino un tornare indietro. Allora, noi latini non dovremmo esaltare le antiche liturgie orientali, altrimenti saremmo strabici.
Forse, oggi si parla di queste cose, perché ci si trova in realtà dinanzi a un fuori programma. Sembra di sentir dire, dai sostenitori acritici della riforma liturgica: non ci aspettavamo dopo cinquant’anni, che l’antico rito sopravvivesse e conquistasse nuovi consensi. Risponderemo: prendetene atto e riflettete su quanto ha fatto Benedetto XVI.

4. Un’ultima domanda. Il papa incontrando, lo scorso 19 febbraio, il clero romano ha criticato l’idea di “riforma della riforma” in liturgia ed ha lamentato come alcuni vescovi, in buona fede e spinti dalla necessità di avere sacerdoti, abbiano ordinato dei seminaristi “tradizionalisti”, che – così è parso far intendere – presentino spesso “problemi psicologici e morali”. Per cui, questi vescovi, senza un adeguato discernimento tra i candidati, ordinerebbero alcuni nei quali si possono nascondere degli “squilibri” che poi si manifestano proprio nelle Liturgie. In altre parole, sembra – dalle parole del papa – che i “tradizionalisti”, e segnatamente i seminaristi legati alle forme tradizionali liturgiche, presentino problematiche psichiche o psicotiche quasi in misura più accentuata rispetto ad altri. Che ne pensi di queste parole del vescovo di Roma?

R. Nel capitolo V del Gesù di Nazaret dedicato alla preghiera del Signore, in premessa Benedetto XVI ricorda come il Signore stesso abbia messo in guardia dalle forme errate del pregare, due in specie: l’esibizione di se stessi al posto della sua adorazione e il profluvio di parole che soffoca lo Spirito. Se la preghiera è espressione della relazione di amore tra il singolo e Dio, contiene un mistero che non tollera lo spettacolo “per essere visti dagli uomini”(Mt 6,5). In tempi caratterizzati dalla smania di apparire, questa tentazione può toccare i sacerdoti che celebrano la liturgia, in modo particolare quelli che la dirigono come ‘cerimonieri’, tradendo talvolta la tendenza esagerata se non perversa a mettersi in mostra, nota come esibizionismo. Forse è un effetto dello stare dinanzi all’assemblea invece che rivolti al Signore, dinanzi al quale, anche la dimensione comunitaria evidenziata nella orazione del Pater dal plurale noster “risveglia tuttavia la parte più intima della mia persona …”(p. 158). Tutto ciò è vero per ogni essere umano, per ogni cristiano; nondimeno il sacerdote è chiamato a esprimere la relazione sua personale e quella della comunità con Dio: “il noi della comunità orante e la dimensione personalissima di ciò che si può comunicare solo a Dio si compenetrano a vicenda”.
I tradizionalisti squilibrati, con problemi psicologi e morali? Che dire di tanti altri progressisti, che in nome della creatività manipolano la liturgia? Come ebbe a dirmi un anziano padre: stia sicuro che allo stesso modo potranno manipolare la morale.
Bisogna rimanere cattolici, coniugando tradizione e innovazione, come lo scriba sapiente del vangelo.

Grazie ancora don Nicola!

http://www.scuolaecclesiamater.org/

terça-feira, 15 de julho de 2014

Foi há 45 anos que o Papa Paulo VI implementou o Novus Ordo Missae :Nenhuma razão para festejar. Mons. NICOLA BUX, La riforma di Benedetto XVI . Mons. Guido Pozzo :A ideologia pára-conciliar e suas consequências na Igreja.

Foi há 45 anos que o Papa Paulo VI implementou o Novus Ordo Missae :Nenhuma razão para festejar. Em 3 de abril de 1969, o Papa Paulo VI († 1978) implementou o Novus Ordo Missae com a Constituição Apostólica ‘Missale Romanum’. Algumas vezes, ela é chamada erroneamente de “Missa do Concílio”. Assim, teve início uma decadência litúrgica como a cristandade nunca vira antes desde a fundação da Igreja por Jesus Cristo. A Constituição ‘Missale Romanum’ fixou o primeiro domingo do Advento do ano 1969 como a data para a implementação da Missa Nova. Na verdade, o Novo Missal foi publicado pela primeira vez em 1970. Traduções completas para o vernáculo surgiriam muito mais tarde. Nas comunidades os folhetos e folhas soltas substituíram o Missal.





 

Mons. Guido Pozzo :A ideologia pára-conciliar e suas consequências na Igreja


O que está na origem da interpretação da continuidade ou ruptura com a Tradição? Está o que podemos chamar a ideologia conciliar ou, mais exatamente, pára-conciliar, que se apoderou do Concílio desde o princípio, sobrepondo-se sobre ele. Com esta expressão não se entende algo que diz respeito aos textos do Concílio, nem muito menos à interpretação dos sujeitos, mas sim o marco de interpretação global em que o Concílio foi colocado e que actuou como uma espécie de condicionamento interior na leitura sucessiva dos feitos e dos documentos. O Concílio não é, de fato, a ideologia pára-conciliar, mas na história dos acontecimentos da Igreja e dos meios de comunicação de massa logrou-se em grande medida a mistificação do Concílio, quer dizer, a ideologia pára-conciliar.

Monsenhor Guido Pozzo, secretário da Comissão Pontifícia “Ecclesia Dei”, proferiu recentemente uma conferencia à Fraternidade de São Pedro sobre os “aspectos da eclesiologia católica no acolhimento do Concílio Vaticano II”. Apresentamos a parte conclusiva da referida conferência, particularmente interessante, uma vez que Mons. Pozzo se refere a um assunto de grande atualidade na vida da Igreja: o da interpretação do Concílio Vaticano II em continuidade com a Tradição doutrinal católica (um tema que está incluído entre aqueles que a Fraternidade São Pio X tratará com a Santa Sé nas atuais conversações doutrinais). Com grande clareza e lucidez, Mons. Pozzo denuncia a existência e as conseqüências do que chama “ideologia pára-conciliar”.
* * *
O que está na origem da interpretação da continuidade ou ruptura com a Tradição? Continua a ler...

BUX, Nicola. La riforma di Benedetto XVI


La liturgia tra inno- vazione e tradizione. No capítulo VI – Come incontrare il mistero – Bux inicia com uma persuasiva afirmação: perdeu-se o senso da liturgia, porque foi perdido o senso da presença de Deus entre nós. O autor deseja trazer elementos específicos para uma vivência litúrgica que respeite seus elementos mais profundos. Despende algumas páginas sobre o “serviço sacerdotal” onde afirma que “la santa messa è come un’opera musicale scritta da un autore: va eseguita con fedeltà e non interpretata”. Em outra seção, fala da participação dos fiéis. Segundo o autor, o culto ca- tólico passou da adoração de Deus ao exibicionismo do padre, dos ministros e dos fiéis, com a piedade sendo abolida e liquidada pelos liturgistas como devocionismo, negando formas espontâneas de devoção de piedade.

A liturgia foi um dos grandes temas que mobilizaram os católicos
no século XX. O desenvolvimento do movimento litúrgico na Bélgica,
França e inclusive no Brasil, acendeu animosidades entre aqueles
que visavam uma liturgia mais viva e aqueles que defendiam a
permanência daquela estabelecida por Pio V, na esteira do Concílio de
Trento. Podemos dizer que o Concílio Vaticano II foi um dos momentos
mais importantes do século XX sobre a questão litúrgica, já que, com
a sua Constituição Sacrosanctum Concilium, lançava novo olhar sobre
ela. As lutas interpretativas em torno desse documento, e não só dele,
mas de todos os textos conciliares, levaram ao que alguns denominam de
“abusos” na prática litúrgica, apontando assim para um olhar negativo
em relação a todo o Concílio, o que levou aos sérios afastamentos,
até ao cisma de Marcel Lefebvre e seus seguidores em 1988. Para o
arcebispo, a missa tridentina era a “missa de sempre” e assim deveria
continuar. A fim de aproximar-se desses grupos no seio da catolicidade,
J. Ratzinger, que acompanhou a criação da Comissão Ecclesia Dei,
especialmente constituída para dialogar com os grupos tradiciona-
listas, publicou, em 2007, o motu proprio de Bento XVI Summorum
Pontificum, possibilitando, desde então, que a missa tridentina pudesse
ser realizada sem a prévia permissão do bispo, como era anterior-
mente acordado.Continua a ler...
monksofStBernard.jpg picture by kjk76_95
JusztiniC3A1n_Cardinal_SerC3A9di2C_.jpg picture by kjk76_95

Da obrigatoriedade do uso do traje eclesiástico: “A natureza sacrifical da Missa, que o Concílio de Trento solenemente afirmou, em concordância com universal tradição da Igreja, foi de novo proclamada pelo Concílio Vaticano II, que proferiu sobre a Missa estas significativas palavras: ‘O nosso Salvador na última Ceia instituiu o sacrifício eucarístico do seu Corpo e Sangue para perpetuar o sacrifício da Cruz através dos séculos até a sua volta, e para confiar à Igreja, sua esposa muito amada, o memorial de sua morte e ressurreição.”[8] Na Missa, como na Cruz, Cristo é a Vítima: eis porque o pão consagrado não é mais pão, mudando-se a substância – transubstanciação – em Corpo de Jesus, e o vinho em Sangue do Redentor. Igualmente, havendo perfeita identidade entre a Cruz e a Missa, sua renovação – como a Última Ceia foi daquela a antecipação -, o Sacerdote deve ser o mesmo: Jesus Cristo. Por isso, Cristo é o único e eterno Sacerdote. O padre católico não é Seu substituto, mas representante. Pela Ordem, os que a receberam no grau de presbítero – pois os diáconos são ordenados para o serviço, não para o sacerdócio hierárquico – são de tal modo incorporados a Nosso Senhor que participam de uma maneira mais especial de Seu sacerdócio. Os padres e Bispos são chamados sacerdotes justamente por sua configuração a Cristo, porque “somente Cristo é o verdadeiro sacerdote”, diz o Doutor Angélico, e “os outros são seus ministros.”

 

"A Sacrosanctum Concilium e a reforma do Ordo Missæ" - por Alcuin Reid



Passados alguns dias, finalmente consegui terminar mais uma tradução. Trata-se de um interessante ensaio de história litúrgica pelo conhecido Dr. Alcuin Reid, onde explora o trajeto da reforma, da Sacrosanctum Concilium até a edição típica reformada do Missal Romano, com o papa Paulo VI, passando pelos passos percorridos com a Inter Œcumenici em 1964, o Ordo de 1965, as mudanças de 1967 e, enfim, o Ordo de 1969. Ajuda-nos a olhar a Reforma com olhos mais maduros e críticos, na tentativa de entender a distância real entre a intenção do Concílio e o que foi posto em prática.
Se você nunca leu nada sobre como se desenvolveu a Reforma pós-conciliar, eis um ótimo começo.

Para ler e fazer o download, clique aqui (link para o texto no Gloria.TV).
Original em inglês: http://www.liturgysociety.org/JOURNAL/Volume10/10_3/Reid.pdf

Interessante: encontrei o texto original (em latim) do Esquema 218 do Cœtus X (Grupo de Estudos 10) do Consilium, sobre o Ordinário da Missa, datando de 19/03/1967, ou seja, uns dois meses antes da Instrução Tres abhinc annos. Vale a pena conferir.
http://ars-the.blogspot.com/2011/08/sacrosanctum-concilium-e-reforma-do.html